_Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Lucas 12:34_
Los cipreses que adornan la entrada de la clínica de reposo no hacen menos triste el lugar; a fin de cuentas, cambiar el nombre a un hospital psiquiátrico no disminuye el drama de las personas que allí se encuentran.
¿Con quién se encuentran? Con ellas mismas, tal vez. Con fantasmas imaginarios; con recuerdos que las atormentan sin cesar; con la culpa que las golpea, inclemente. No lo sé…
Allí, perdido en los laberintos de sus temores y miedos, pasa los días y las noches, las semanas y los meses, el hombre que financió uno de los crímenes colectivos más horrendos de la historia de ese país.
En su corazón solo había soberbia, odio, y espíritu de venganza. Gastó dinero; mucho dinero. Dinero que podría haber sido utilizado para salvar vidas. Lo gastó para dar rienda suelta a su instinto sanguinario y a su rencor contenido.
Si su tesoro estaba direccionado a la muerte, es claro que su corazón carecía de vida: donde está tu tesoro, allí está tu corazón. Es una ley de la vida; de la locura; de la autodestrucción. Y también de la muerte.
¿Quieres tener un corazón lleno de vida? ¿Quieres despertar, cada mañana, con ganas de vivir, de luchar y de vencer? Coloca tus intereses en objetivos nobles. Piensa en la vida.
En los valores de la vida. Anda por los caminos que te conducen a la vida.
El cerebro humano posee la extraña capacidad de percibir cuándo las acciones contribuyen para edificar, e inmediatamente envía al organismo la sensación de placer, de satisfacción, de saber que está en el camino correcto.
Desear la felicidad, transitando los caminos de la muerte, es absurdo, incoherente e insensato. Cultivar intereses egoístas, limitados a lo material, y al mismo tiempo, intentar disfrutar de la libertad que las cosas espirituales proporcionan, es como subir a un edificio de veinte pisos y lanzarse al aire sin tener alas.
Las alas son las prioridades del Espíritu. ¿Cuáles son tus prioridades hoy? ¿Dónde está tu tesoro? Haz un alto, piensa, y evalúa tus acciones y tus deseos. No enfrentes los desafíos que la vida te presenta hoy sin saber, con claridad, cuáles son tus prioridades. Porque “donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.