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JESÚS ES NUESTRO HERMANO

_En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17_

Hoy se celebra en el estado de Veracruz, en México, una fiesta religiosa que reúne multitudes de personas alrededor de las pirámides de El Tajín. La ciudad arqueológica de El Tajín fue descubierta en 1785. Es una ciudad de piedra, bien conservada. En el medio de la ciudad hay un campo de deportes y en los extremos de las pirámides, grabados extraños; donde se observa la decapitación de un deportista. La sangre de la víctima moja la tierra y la fecunda. La sangre de aquel hombre era considerada por la cultura totonaca como un “líquido sagrado” y, según la tradición, el hombre que derramaba su sangre, pasaba a ser un intercesor entre Dios y la humanidad.

Es interesante que, de alguna forma extraña, la esencia del evangelio estuviera entretejida en la tradición de aquel pueblo. Jesús un día vio al ser humano en la angustia y la desesperación, en la eterna condenación. No había salida para el drama humano. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), afirma la Escritura. “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Tú y yo solo teníamos ante nosotros las sombras de la culpa, el pecado y la muerte. No había en nuestra existencia una sola rendija por donde entrara un poco de luz. Estábamos perdidos. Habíamos llegado al fin.

Entonces apareció en el escenario de la vida nuestro gran Amigo. Aquel que en la angustia se hizo hermano nuestro. Tomó nuestra naturaleza. Se hizo uno de nosotros, nació como un bebé, vivió una vida sin pecado a pesar de ser tentado en todo y, finalmente, murió la muerte de un criminal, clavado en la cruz del Calvario.

Su sangre, derramada gota a gota, no mojó solo la tierra, sino tu vida y mi vida, y con su sacrificio pagó el precio de nuestra deuda, asumió nuestra culpa, aceptó nuestra muerte y nos entregó su salvación.

Por eso, tú no tienes el derecho a sentirte solo, triste y abandonado. Ya no tienes el derecho de sentirte derrotado y condenado a una vida de fracaso. La cruz del Calvario y el decreto de victoria, de libertad y vida son para ti. Ahora, Jesús no es solo tu Amigo, es también tu hermano, capaz de compadecerse del drama que estás viviendo.

Sal hoy a escalar las montañas de la vida, sabiendo que “en todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”.

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